La reintegración de las misiones orientales a las Provincias Unidas del Río de la Plata: pervivencias indianas en la constitución del soberano congreso de San Borja (1828)

Alfredo de J. Flores (Universidade Federal do Rio Grande do Sul –Brasil)

El contexto de la frontera territorial sur entre los dos imperios coloniales de las Indias ha generado la peculiaridad de que, en razón del constante tránsito de personas y bienes entre las estructuras sociales del Virreinato del Río de la Plata y de los dominios lusobrasileños, los territorios que comprendieron un día la Provincia jesuítica del Paraguay y alrededores fuesen caracterizados como de constantes disputas militares durante los siglos XVIII y XIX. No por acaso allí se impuso el Tratado de Madrid de 1750 con modificaciones posteriores, como en el Pardo y Santo Ildefonso; y a causa de ese escenario se desarrolló uno de los conflitos bélicos más emblemáticos del siglo XVIII por su fuerza simbólica, la Guerra guaranítica de 1754 a 1756, con que se cambiaría para siempre la experiencia reduccional de los inacianos, como también resultaría poco tiempo después en la expulsión de los mismos de esos territorios en razón de la política antijesuítica en boga en la época.

Pasadas algunas décadas y entrando el siglo XIX, el contexto fronterizo entre el Brasil y los gobiernos de los territorios platinos se profundiza a punto de formar un mosaico fluido de posiciones entre tropas lusobrasileñas, bonaerenses y federales; en esas primeras guerras con Brasil y justo después de las guerras de Artigas y la consolidación del poder lusobrasileño sobre el territorio uruguayo (con la llamada Provincia Cisplatina), sucede la retomada oriental en 1825 con la intención de autonomía frente al joven Imperio brasileño. Uno de los jefes de las tropas artiguistas, Fructuoso Rivera, surge comandando la Campaña de Misiones a partir de la formación del Ejército del Norte durante el año de 1828, haciendo una empresa personal en que se posicionaba ante los contraditorios intereses de las Provincias Unidas, de Buenos Aires, de los federales riograndenses y de los imperiales brasileños.

Los relatos fueron de que se reorganizaba la Provincia de Misiones, en el territorio donde historicamente se encontraban las misiones jesuíticas orientales, y de pronto se incorporaban a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El general Rivera, todavía como comandante de las tropas del norte, propone al gobierno interino de la naciente provincia la reunión de diputados de todos los pueblos de la misma para un congreso general constituyente, lo que de hecho sucedió. En consecuencia, se forma una Sala de Representantes en el pueblo de San Borja que confirma la adhesión a la República Argentina y llega a nombrar a Rivera como gobernador y capitán general. Toda este movimiento se interrumpe por los acuerdos entre Buenos Aires y Rio de Janeiro para consolidar la independencia de Uruguay, lo que forzó a Rivera a volver al territorio oriental con sus tropas y miles de indígenas que lo acompañaron.

A pesar del carácter provisorio de tal gobierno, porque en fines del mismo año de 1828 se da el movimiento para volver al Uruguay, en el período de gobierno de hecho de Rivera se percibe un conjunto de estrategias de adaptación al escenario en que elementos institucionales de la época jesuítica son utilizados para legitimar ese nuevo gobierno. Desde algunas fuentes documentales se percibe por ejemplo la retomada del papel de los cabildos indígenas, aunque la arquitetura política se encuadrase como liberal-republicana en su esencia. Por documentos publicados y otros todavía en archivos se intentará analizar el papel discursivo del rescate de instituciones indianas, como el caso de los cabildos indígenas, en ese período de construcción de los Estados nacionales en el Cono Sur de América, en que justamente vendría a irrumpir el inicio del proceso de extinción de instituciones coloniales como los ya citados cabildos.

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